26 noviembre 2006

¿Qué le debemos a los EEUU?

Cuando estaba apunto de practicarme el harakiri como e-escritor por la baja participación en mi blog, he decido investigar un poco que es lo que mueve a la gente a exponer su opinión en este tipo de "coloquios". Lo cierto es que la respuesta no ha sido difícil de encontrar y está a pocos clicks de distancia: la polémica. Qué le vamos a hacer... yo pretendía realizar un blog más o menos lírico y ello, a parte de alguna que otra palmadita en la espalda y promesas de lectura, no ha dado más que unos pocos comentarios (que agradezco enormemente), con lo que voy a intentar dedicar una temporadita a probar con los artículos de opinión, a ver qué tal. Si a Jiménez Lo Santos le sirve para conseguir audiencia... ¿quién sabe?

Bueno, al grano. Volvía ayer de Camprodón con el erudito de mi hermano (licenciado en matemáticas, 3-4 horas de lectura diaria, normalmente de historia, tal vez más y todo; si estuviéramos en la edad media seguramente dedicaría su vida a la traducción de algún incunable...) cuando surgió la típica polémica del antiamericanismo. Él siempre ha admirado el modelo americano del poco proteccionismo del estado, el capitalismo feroz, el intervencionismo a cualquier precio en cualquier país para proteger sus intereses y un largo, etc. Y se defendía de mis críticas sobre la indigencia social de ese país alegando que la mayoría de los avances de nuestro mundo los lideran ellos.

¿Qué pensáis vosotros?. Sé que entre los que me leen hay licenciados en historia (y casi licenciados) y abonados al "Historia y vida", ¿verdaderamente creéis que la sociedad europea es tan decadente y comodona que debe ir a la zaga del imperio yankee?.
Yo creo que no. Por ejemplo, en la informática primitiva participaron muchos europeos. John Louis Von Neumann, el padre de la informática, era húngaro, y su modelo de computador primitivo sigue presente en el PC con el que escribo este blog. Charles Babbage era inglés y también colaboró en el diseño teórico de la computación igual que Alan Turing lo hizo en el siglo XX. Con todo, lo curioso es que si bien el diseño teórico de los ordenadores y la computación nacen en Europa, las únicas empresas con capacidad de fabricación de microprocesadores a gran escala son americanas. Ni los metódicos japoneses y coreanos tienen ese negocio. Es curioso, ¿no? A la hora de pensar, participamos los del viejo continente, a la hora de convertirlo en el negocio y la industria más importante del mundo todo el mundo piensa en Bill Gates.

21 noviembre 2006

El oasis

Perdonad que abandone por una temporada la historia de Tulas, pero si seguís leyendo entenderéis que era mi obligación hacer esta pausa. Veréis, yo, en mi genuina fortuna he dado con un oasis. Sí, sí. Así es. No lo buscaba, ni estaba especialmente sediento de lo que en él se ofrecía, pero ahí estaba. Ha sido sin quererlo; se podría decir que me he tropezado con él.

Este oasis es bastante curioso, pues yo mismo, por ejemplo, al principio no era ni consciente de que estaba en él, y ha sido poco a poco, con el tiempo, que he descubierto los placeres que en él se disponían. Frutas únicas de lugares que mis sentidos jamás habían probado, estanques de agua fresca y cristalina y un cielo capaz de hacerme creer que, de todo el universo, yo tenía la mejor butaca. No pretendo que lo entendáis, y no voy a perder tiempo con descripciones bucólico-dulzonas. Si tenéis uno, sabréis comprenderme.

A veces, y en eso los humanos somos especialistas, buscamos imperfecciones a la existencia más ideal. Podemos llegar a pensar que los frutos infinitos de nuestro oasis son pocos para saciar nuestro apetito. Somos tan estúpidos que llegamos a pensar que el oasis en realidad no era más que una etapa en el camino, cuando claramente debería ser el destino.

Tal vez alguno se estará preguntando, ¿qué es ese oasis del que me está hablando? ¿Dónde esta? No perdáis el tiempo, lo importante no es donde está mi oasis, lo importante es que lleguéis al vuestro. Si ya estáis en él, no lo dudéis. Que nada os acerque a sus límites, pues el final del camino está en su interior y no en sus fronteras.