05 octubre 2006

Pira

Permitid que me presente. Mi nombre es Pira. Considerarme joven o viejo es un tanto complicado. Si bien en mi aldea se me considera todavía un chiquillo, debo decir que llevo ya unos años compartiendo mi vida con ellos. En cuanto al sexo… no importa. Nuestra aldea presume de no dar importancia al sexo de cada uno de nosotros, con lo que imaginarme hombre o mujer, pues es indiferente. Des de fuera tengo una aspecto fuerte. Robusto. Con esa vitalidad inagotable de la que sólo los jóvenes tocados con una llama especial pueden hacer gala. Disfruto como ninguno corriendo y brincando por los prados y bosques que rodean nuestra aldea, y allí donde voy, si me encuentro con alguien, no escatimo unos minutos para hablar y soñar con él. Ya sea con Fellow, el gran jefe de la aldea (prohombre respetado incluso fuera de nuestra comarca) o Frico, el comerciante, capaz de vender boñigas de vaca como si fueran trufas, todos se dirigen a mi con gran cariño.

-¿Que tal, Pira, crees que llegará pronto el invierno este año?

-No lo dude , señor profesor. Le contesto al maestro de nuestra aldea, de nombre Lilo.

Con todo, hay una persona con la que disfruto especialmente de compartir mi tiempo. Alguien con la que la compenetración es todavía más fuerte que con los demás. Tal vez sea por su condición humilde y de soledad, al haber llegado más tarde a nuestra aldea, pero jamás había encontrado mejor compañero de sueños. Su destreza en la fabricación de objetos diversos y su talento para la ingeniería le llevan a imaginar miles de máquinas imposibles. Muchas de ellas sirven simplemente para reírnos al verlas en nuestras mentes o plasmarlas en un esbozo, pero siempre aparecen otras, de las que no puedo más que reconocer su originalidad y utilidad. Yo le animo a que algún día deje de elaborar sillas y otros objetos aburridos y se ponga manos a la obra con alguno de sus ingenios… ¡Es verdad!. Se me ha pasado, su nombre es Fusto, y es nuestro carpintero.

Es muy común en nuestra pequeña aldea encontrar a Fusto hablando con Frico, el comerciante, quien le anima a realizar una de estas máquinas increíbles. Que si las hiciera, él sería capaz de venderlas por medio mundo. Muchas veces a estos encuentros se uno nuestro gran jefe, quien acaba recitando un gran discurso sobre los grandes beneficios que tendría para nuestra aldea un descubrimiento de esas características. Por desgracia, el gran discurso del político siempre acaba abrumando al pobre y humilde carpintero, que vuelve con sus sillas y a sus sueños en su pequeña cabaña de madera. Lo que no sabe Fusto es que esa rendición frente la mediocridad está a punto de llegar a su fin. Yo le ayudaré. Que nadie dude de mi aplomo. Yo soy lo que Fusto lleva buscando durante años sin saber siquiera que me buscaba. Soy aquella voz con la que ha hablado durante tardes enteras en largos paseos por el bosque. Soy una Idea. Esa Idea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si dir-te que la cosa degenera o bé felicitar-te. M'inclino per la felicitació. Sí més no, és una Pira original!

Anónimo dijo...

Joder Álex, eres el nuevo Pere Calders... Original. Me ha gustado. A lo primero pensé que iba a ser un refrito del señor de los anillos, pero al final le has dado un toque metafísico que no esperaba...

Hasta luego piriki.